Historia de Nuestro Club
Fue en la desembocadura del arroyo Medrano, cercano al entonces balneario de Núñez, en la década de 1920, donde pescadores profesionales desplazados por el progreso se sumaron a las aspiraciones de varios vecinos de la zona para fundar la sociedad deportiva que denominaron “PASATIEMPO”, con un límite de 25 socios.
Para solaz de estos asociados, el lugar no podía ser mejor: orillando la margen izquierda de un ancho arroyo, en lo que hoy es la Av. Comodoro Rivadavia, se encontraba un amplio espacio abierto bordeado de sauces que proyectaban sus ramajes sobre las riberas.
La modesta sede inicial constaba de dos habitaciones en alto y una planta baja de material. El lugar tenía el cautivante encanto de nuestro maravilloso Delta, con las casillas que se construyeron sobre pilotes de troncos, a cubierto de las crecientes, erigidas por estos socios, inmigrantes italianos en su mayoría.
En el año 1937 se entubó el arroyo Medrano y aparecieron restos de petróleo en sus aguas. La draga transformó el balneario en una bahía profunda, ya expuesta a los vientos del Este.
Corría el año 1946 y había que darle forma jurídica a la Institución. El registro de la personería jurídica con el nombre de “PASATIEMPO” no pudo concretarse por existir otro club con ese nombre y, además, no se permitía limitar a veinticinco la cantidad de socios. Estando en funciones el último Presidente del Club, Sr. Prospero Fernández Larre, el nombre elegido fue el de “Club Náutico Gral. Don José de San Martín” (dada la proximidad del Año Sanmartiniano, 1950, centenario del fallecimiento del prócer), en la Asamblea General celebrada en el mes de Junio de 1947, en la cual asume como primer Comodoro el Sr. Julio Sanes, fijando como fecha de inauguración el 17 de Agosto de 1947.
Años más tarde, el rumor de que los desalojaban del lugar se hizo realidad. Ya había pasado por igual situación el Club Náutico Buchardo, y una noche de 1962 se llevaron los barcos a Punta Chica. En realidad, los directivos del San Martín estaban prevenidos gracias a las pacientes gestiones del siempre empeñoso Don Julio Sanes, quien logró con afán y mucho sacrificio personal un nuevo puertito donde recalar con los modestos bajeles.
Los socios del San Martín tuvieron que reinstalar el Club en un bañado tan anegadizo que ni siquiera había forma de acceder a él desde tierra. Por muy optimistas y entusiastas que fueran los protagonistas de aquel éxodo, es improbable que hayan imaginado al Club y a su entorno tal cual hoy lo conocemos. Ni los árboles, ni el fondeadero, ni el camino. No había nada. El Tren del Bajo había sido clausurado y las instalaciones abandonadas en 1961. Cuando, más tarde, se hizo un camino de ingreso, con las crecidas había que llevar urgentemente los vehículos más allá de la vía muerta para que no los tapara el agua.
De a poco y con mucho esfuerzo, el predio de tres hectáreas y media se fue rellenando y mejorando, y las precarias construcciones originales se fueron ampliando, modificando y hasta rehaciendo. Por ejemplo, el actual edificio de los pañoles se erigió sobre el mismo lugar donde se encontraba la pañolera anterior, mucho más precaria que la actual. A su vez, antes de eso, en ese mismo emplazamiento había funcionado la primera sede del buffet, elevada sobre una estructura de pilotes y con unos humildes sanitarios en los bajos. El edificio principal fue erigido a mediados de los setenta, al igual que el quincho, y tanto uno como otro fueron objeto de sucesivas modificaciones y reformas.
Con la llegada del Tren de la Costa, la urbanización del vecindario, la aparición de la Universidad de San Andrés y el simultáneo progreso de los Clubes vecinos, el entorno del Club mejoró notablemente, en simetría con el sostenido mejoramiento de sus instalaciones. En ese aspecto, hay que destacar un paso decisivo para el confort y la seguridad de los socios: la incorporación, en 1989, de marinas flotantes en todo el espejo de agua.
Acompañando esas transformaciones, con el transcurso de los años los primeros barquitos pescadores empezaron a codearse con embarcaciones cada vez más modernas. En esa evolución, pero sin pretensiones elitistas ni renegando de su origen pescador, el Club San Martín fue afianzando su perfil deportivo. A pesar de tener una flota numéricamente inferior que la mayoría de las instituciones más destacadas del yachting, ha sabido ganarse espacio y reconocimiento dentro de la náutica deportiva.
Desde hace años organiza numerosas competencias no sólo para los socios, sino para toda la comunidad náutica, siendo el San Martín pionero en la creación de algunas regatas ya célebres, tales como la Solitario a Riachuelo, que se lleva a cabo hace más de 25 años y que en varias ediciones ha superado el centenar de participantes, o la Regata en Dobles a Colonia, creada poco tiempo después que la Solitario y que inauguró con las tripulaciones de solamente dos integrantes una modalidad de regata que en la actualidad despierta un creciente interés y ha sido adoptada en otras competencias, como en el Campeonato en Dobles o en las 500 Millas del Río de La Plata.